Será Entonces

Por: Ricardo Lugo Viñas

Será Entonces

Cuando los estibadores golpeen con sus

ásperos nudillos

la puerta de entrada,

y la naturaleza se entere de

lo que ha ocurrido,

los ruidos de esta casa,

aquellos que los huecosos y añejos ladrillos

del vetusto edificio en su vacío

han acumulado con el fervor de lo rojo,

de lo horneado, de lo pétreo,

desaparecerán para ti:

los coitos vecinos,

las trifulcas tendidas a secar en la azotea,

los estornudos indolentes

los sollozos estallados

las alarmas en los celulares

de otros

que se activan sincrónicas,

aunque no siempre sean las 7

de la mañana,

las promesas crípticas de pasión eterna.

La otrora novedad del bamboleo del

edificio,

que se cimbraba insólido

de escalofrío

al paso apretado de cualquier camión

en la avenida,

no será más

recordatorio de la inmensa fragilidad

que nos construye.

Las escaleras imperfectas:

en color, tamaño y forma.

El pregón del basurero:

que conduce al destierro

lo que un día la diamantina vida

estimó de oro macizo.

Las banquetas: que aunque

amplias no nos alcanzaban

para caminar con muestra alquimia.

Entonces

el diario café de

las mañanas

se derramará por el piso hasta

encontrar la rejilla del drenaje más cercana,

–en busca del mar–,

y los tornillos apretados en las paredes

para colgar inconcretos cuadros

amados

ahora sostendrán rectangulares

manchas ambarinas.

Al cerrar la puerta por vez última, un aire tibio tocará

las cosas claras y sencillas.

Viaje sin retorno.

Saldrás de cacería,

pues el paredón es de todos

y no necesita cuatro paredes.

El lontananza

Todas las mañanas, al despertar

contemplo el horizonte desde mi ventana;

a veces oscuro, otras perlado,

algunas más diamantino.

La vida de todos los seres es un misterio.

E inmediatamente me acometen

unas ganas de quedarme el día entero

leyendo en la cama.

Pero no, hoy llueve, y me dedicaré

a atender esta mañana

de vista humedecida.

Beberé café, quizás

continuaré con mi lectura de

Chesterton

y comeré, en algún momento, pan con mantequilla.

La música es virtud de idilios;

un niño obstinado e invencible.

Y por la tarde llegas tú,

nos tiramos en la cama y nos ocupamos del horizonte

que es y no es el mismo,

tú haces que lo reviste,

porque lo eterno eternamente cambia,

y contigo, a mi lado, descifro ese misterio:

el río, que fue ancho mar, y nube, tromba

que tromba, y lluvia

y río otra vez.

En el fondo del alma

todos tenemos el lluvioso deseo

de darnos libremente a algo que

no sabemos.

Descansamos en la cama,

tú boca abajo.

El horizonte frente a nosotros se transforma:

profundo mar;

nos tocamos con los pies

sin nada decirnos

pero puedo escuchar el símbolo del viento que eres

y me alegro por el mar, el aguacero esparcido

y tu belleza a mi lado, sin ambages.

Nos miramos en el horizonte, y sonríes.

La vida de todos los seres es un misterio.

Ricardo Lugo Viñas.


Ricardo Lugo Viñas

La Revista de Arte Boticario hace un pequeño homenaje al periodista, escritor y ensayista René Avilés Fabila, con una humilde columna en nuestro proyecto editorial, con el fin de divulgar y dar a conocer su obra. Agradecemos a la Fundación René Avilés muy especialmente a la Dra. Ma. Del Rosario Casco Montoya, vicepresidenta de la Fundación y divulgadora de la obra de su esposo. Sumergirnos a los textos del escritor en el archivo de la fundación no es cosa sencilla pues hay una gran cantidad de ensayos, cuentos, críticas literarias, etc.  El editor de la revista humildemente ha seleccionado los que a su parecer sirve de divulgación literaria de la obra, con el objetivo de llegar a más jóvenes lectores y así conozcan su creación artística. Reiteramos el agradecimiento al apoyo a todos los que hicieron posible la magia de releer por siempre a René Avilés Fabila.